Blogia
Aprendiendo a vivir

En negativo

Me he dado de baja del colectivo gay. Por lo menos, del colectivo gay que habita en Chueca. Y lo he hecho no por deseo propio, sino por que la circunstancias se han presentado así y no me queda otro remedio.
Para empezar, he revisado mi armario. No hay nadie dentro. Pero tampoco ropa de marca: nada de D&G, ni Armani, ni siquiera gayumbos de Calvin Klein - oops! - una pena, vamos. He revisado la estantería en la que tengo los CD's - vale, tengo bastante de Madonna pero solo hasta Ray of Light, lo siguiente me parece una patata. Pues entre la música tengo bastante de clásica, new age y sobre todo dark metal -heavy gothico, sobre todo-. Eso sí, nada de house, que no me gusta en absoluto - esto va de mal en peor. Entre los DVD's no tengo nada porno ni de temática gay. Ni siquiera Tomates verdes fritos que es de lo más suave. Nada. !Tengo libros! - uy, uy, uy - algo de filosofía, literatura clásica y novelas de todo tipo. Pero ninguna de la editorial Odisea ni de Berkana - que por cierto no acabo de encontrarle el sentido a una libreria homosexual. No uso cremas, ni potingues, ni hidratantes corporales ni contorno de ojos y cosas de esas que anuncian en la Shangay y que son tan necesarias como el agua para vivir. Pues yo no tengo. Ni siquiera compro perfumes de marca - a no ser que me los regalen - y voy tan pancho con mis colonias fresquitas de toda la vida. No voy al gimnasio a ponerme cachas ni a los rayos uva ni a peluqueros de moda. Voy a una peluquería económica que me hace muy bien el apaño. No tengo gafas de sol llamativas, mi móvil tiene dos años, no me he tomado una pastilla - de esas...- en mi vida, me dan claustrofobía los sitios en los que sólo hay tios, no me gusta llevar anillos, no me pongo camisetas sin mangas ni cintas al cuello para llevar las llaves, me gusta salir por cualquier sitio sin que tenga que ser Chueca, critico tanto a los partidos como a las organizaciones gays - que se aprovechan de la actitud borreguil de muchos. Nunca he ido a una sauna, ni a un cuarto oscuro ni a una sex party de esas ni creo que vaya en mi vida, ni siquiera a una rave. No me gustan los guetos, no me gustan las etiquetas, no me gustan las generalizaciones, no me gusta la superficialidad, lo superfluo ni lo vacio. Me aburre la gente que sólo tiene fachada y me desespera la que intenta demostrar que es algo más que fachada cuando no lo es. Para finalizar, un extracto del Diario de Patricia muy ilustrador. Un chico (ya crecidito) musculoso, moreno, con un corte de pelo fashion, depilado, bronceado y maquillado hasta la extenuación, se somete a las preguntas de la presentadora:
- Y dices que pasas horas cuidando el cuerpo.
- Si, muchas.
- ¿Y cuidas tanto la mente como el cuerpo?
- No. ¿Para qué?
- ¿No crees que sea necesario cuidar la mente?
Segundos de incertidumbre...
- No sé. Nunca lo he pensado....¿si?
Y se rie con cara de tonto. El público también, pero de otra cosa...
Es muy triste, pero tíos como este hay a montones. Y lamentablemente son los que más llaman la atención en los medios. Pero no sólo de ellos es la culpa. Basta darse una vuelta un sábado por Chueca para ver como abunda este especimen en la sociedad. Eso si, otro día hablaremos de los borregos de Malasaña, de Huertas o de Moncloa, que serán heteros, pero también tienen lo suyo...

0 comentarios